Llegó una pequeña niña, con su instrumento extraño.
Lo armó en el suelo; y explicó:
"Abro el miedo, para tocarlo, el golpe debe ser suave y delicado, sólo así se crea, la verdadera melodía de la divina locura.
Quisiera hacerla durar… pero cómo poder hacer eterno a lo efímero"
Comenzó, abría y cerraba la boca, ya cuando dominaba, sonreía… su sonrisa era un "lo estoy logrando"
Te emociona, lo sé, sólo hay que mirar tu cara y la combinación de colores que aparecen.
Cesó de repente. Lo detiene. Mira lo que hace, decide que debe tocar las melodías más rápido, con más ímpetu, sin furia, sólo con decisión.
Y hubo silencio, la gente no salía de su asombro.
- ¿Quién eres?
- Soy Dulceiner
- ¿Realmente quién eres?
- Yo soy viento, me es difícil caminar en ciudades contaminadas, no soy miscible, no puedo mezclarme con otro cuerpo, menuda idea la mía de disfrazarme de niña, lo hago por la inocencia que perdí alguna vez, para recobrar el brillo; es así como, con este instrumento que representa mis miedos, mis defectos, mis apatías, salgo de pueblo en pueblo, a tocar, descubrí que puedo transformar el desastre, en esto que soy ahora… la divina locura.
Yo sola escuche a Dulceiner, cuando levante la mirada, no había nadie en la calle, sólo yo. Me sonrió con melancolía y volvió a partir.
Regrese a casa, con toda la música que escuche, en mi mente, deseando escribirla, quizá tan solo dibujarlas en papel, frotarlo y que volviera a sonar, como Dulceiner tocaba; comencé a escribir en un papel desgastado y con un lápiz de poca punta, tenía a veces que afincar bien mi mano, para que la letra me saliera legible, puse el papel a la luz y así pude leer:
Podría decir, que en su tiempo, Dulceiner sería una soñadora, pero que por su soñar particular, perdió el sentido de la realidad, creció y no le gusto el mundo en el que habitaba, por ello creó un mundo propio, en donde los miedos, más allá de encerrarla, de cohibirla, los transformo en instrumento de música.
Así funciona el mundo de los sueños, así se escapa del tormento y del tiempo saturado. Una bomba de tiempo es solo una pompa de jabón, soplada por un niño de carita pecosa, que puede explotar, y más allá de quemar y destruir, solo hace "POC" y da paso a risas…
No más dubitativas, solo hay montañas con rastros de divina locura, intentos por encontrar anhelos que jamás se agoten, entender que el análisis nos impide sentir, y que a las emociones no se les puede llevar en un diario.
Termine de escribir, mire por mi ventana, veía como ya era de noche, fui a cerrar las persianas, y volví a escuchar a Dulceiner, sonreía al tocar su instrumento tan raro…
Tocó una última melodía antes de partir, me dibujo la música en el hielo de la indiferencia de los demás, me dio calor y me regaló la más hermosa sonrisa.